Por Mariano García
@solesdigital
En la última década, las ciudades austríacas de Viena y Graz se han convertido en el eje de una nueva música balcánica. Artistas provenientes del sudeste eslavo (entre ellos Sandy Lopičić, Nataša Mirković o Irina Karamarković) encontraron en Austria un nuevo entorno para reinventar el sonido tradicional de sus tierras de origen, combinándolo con una formación clásica de conservatorio y en sintonía con las tendencias jazzísticas contemporáneas, dando origen al etno-jazz más interesante de la actualidad.
Oriundo del Niš, ciudad de referencia musical obligatoria del prolífico sur de Serbia, el bajista Nenad Vasilić acaba de editar Seven, su séptimo disco solista desde que se instaló en Viena a finales de los años ’90. Su intensa y asombrosa carrera como compositor, productor e intérprete está dedicada al desarrollo de un lenguaje musical propio donde se encuentran las tradiciones del jazz y el folklore balcánico, en una permanente exploración y colaboración junto a los más destacados músicos del género.
En el jazz y la música improvisada, liderar desde el contrabajo requiere un talento especial para escuchar a los demás. En esta entrevista, dejamos que sus palabras nos cuenten más sobre su música y establecemos un dueto donde oímos con atención lo mucho e interesante que Nenad tiene para decir.
- En tu música se puede encontrar una mezcla diversa de influencias y procedencias. ¿Podrías contarnos más acerca de los músicos que tuvieron un mayor impacto en tu estilo y composiciones?
- Para responder eso debería empezar por el principio y remontarme a mi infancia. Mi primera gran influencia fue J.S. Bach. Mi primer instrumento fue el piano y siempre estuve fascinado cuando practicaba Bach. Él fue, además, el maestro de las líneas de bajo, creo que fue por eso que más tarde me dediqué a tocar el bajo. Cuando tenía diez años, mi primo me regaló mi primer disco de Deep Purple y así entré en el mundo del rock pesado y el heavy metal y empecé a tocar el bajo eléctrico. Un par de años más tarde escuché por primera vez Weather Report, con Jaco Pastorius, y la Chick Corea Electric Band con John Patitucci, y entonces puse mis pies dentro de la fusión. El Oscar Peterson Trio fue mi primera experiencia con el bebop y el jazz, y por supuesto Ray Brown. Me influenciaron muchos músicos, compositores, incluso actores y cineastas. Pero mi primera gran influencia en el contrabajo fueron Paul Chambers y Ray Brown. Bill Evans fue también muy importante, al igual que muchos otros, como Charlie Haden, que es uno de mis bajistas preferidos de todos los tiempos. Probablemente él ha influenciado en mi estilo de tocar el contrabajo más que nadie. Es difícil mencionar a todas las personas que me sirvieron de inspiración en estas dos décadas y media, pero también debo destacar a los músicos tradicionales gitanos; para mí la música gitana fue muy importante.
- Hablando de jazz y música gitana… En tu último disco, Seven, incluiste un tributo a Šaban Bajramović. ¿Pensás que él merece un mayor reconocimiento no sólo como cantante gitano, sino como músico de jazz?
- Sí, eso es cierto. ¡Mi canción está dedicada con mucho amor y respeto a Šaban! En verdad, el tema “Intro for Šaban” lo grabé hace 10 años en mi cuarto álbum, Honey & Blood. Ésta es sólo una nueva versión. Como nunca dejamos de tocarla en vivo, decidí grabarla de nuevo diez años más tarde, ahora que ha alcanzado mayor madurez, y fue una buena decisión. Šaban es el rey de la canción gitana. Es uno de los cantautores más talentosos de todos los tiempos, muy especial y completamente auténtico. Escribió todas sus canciones él mismo, y son más de 700. Yo puedo entender y sentir su alma y su música mejor que nadie, porque ambos provenimos del mismo pueblo, Niš, en el sur de Serbia. Tenemos la suerte de tener muchos gitanos allí y respeto mucho su talento y estilo de vida. Cuando yo era chico, de hecho, vivía en el mismo barrio donde vivió Šaban, uno de los cuatro grandes barrios gitanos (mahalas) de Niš. Él fue un tipo muy especial y nunca tuvo el respeto y reconocimiento que se merecía en este mundo. Pero eso no significa nada porque nunca dejó de hacer lo suyo y eso es lo que cuenta.
- En el disco se puede sentir ese ambiente, esa procedencia. Para mí Seven es un gran ejemplo de cómo el jazz puede ser algo distinto a lo que solemos escuchar proveniente de Estados Unidos.
- Seven suena diferente a cualquier cosa que he escuchado de Estados Unidos, eso seguro, así que tomo tu comentario como un cumplido. Quiero creer que lo que estoy haciendo está aportando un nuevo y pequeño colorcito al mundo del jazz. Me gustaría contribuir no sólo a la comunidad jazzística, sino también al resto del mundo musical. Por supuesto, no puedo estar seguro de si estoy lográndolo o no. Yo sólo puedo hacer mi trabajo: tocar, escribir y producir mi música.
- ¿Hay en tu trabajo una intención de escapar del sonido standard del jazz norteamericano?
- Creo que lo realmente importante es no olvidarse “quién sos” y de donde venís a la hora de progresar tanto intelectual, personal o espiritualmente; o incluso para tan sólo vivir tu vida en este planeta. De esta manera podrás mostrarle a la audiencia algo verdaderamente tuyo, lo cual puede ser nuevo e interesante para ellos, o algo de lo cual no sabían nada hasta entonces. Un nuevo colorcito. Al mismo tiempo, estarás abriendo una nueva perspectiva para personas, artistas y músicos de tu propio país. Eso es importante. Es exactamente lo que estoy haciendo con mi música: estoy tratando de no olvidarme quién soy y de dónde vengo mientras descubro nuevas cosas cada día.
- ¿Existe un estilo específico de improvisación en la música balcánica? ¿Cómo podrías describirlo?
- Bueno, yo tan sólo puedo describir mi enfoque. No pienso diferente cuando toco estilo “balcánico” a cuando acompaño o improviso sobre una pieza de jazz. Uso mi propio “lenguaje jazzístico” pero integrado a la forma, ritmo, armonía y emoción típicamente balcánicas. En mis orígenes estuve influenciado por muchos estilos diferentes, quizás mayoritariamente jazz, clásico, balcánico y eslavo. Los ritmos impares juegan un rol muy importante en estos últimos géneros, cosas tradicionales como 7/8, 9/8, 11/8. Poder marcar un groove sólido e improvisar sobre esas métricas es algo realmente importante en mi música.
- Una suerte de “jazz eslavo”.
- Me gusta pensar que la improvisación y fraseo de determinado género está en estrecha relación con el lenguaje del país de donde esa música proviene. Cuando escucho a Miles Davis o Wayne Shorter, por ejemplo, escucho el idioma inglés en sus fraseos y métricas. Cuando escucho a Bach o Mozart escucho fraseos y métricas alemanas. Lo mismo con Paco de Lucía y el idioma español. Recuerdo haber estado escuchando a un gran bajista ya fallecido, Aladar Pege, una vez en un club. Él era de Hungría y realmente podía escuchar el idioma húngaro en sus solos de bajo. Esa es una cuestión que me interesa mucho. Así que lo que trato de lograr cuando improviso sobre una pieza de jazz, o “jazz balcánico”, es pensar y tocar en mi lengua nativa y no hablar un idioma extranjero con acento.
– Esa parece ser la idea detrás de Just Fly, un disco más arriesgado, con un lenguaje balcánico muy claro en “Veselenje”, o incluso de jazz-rock en “Tschusch Chochek”. ¿Cómo fue la grabación del disco?
– El “Tschusch Chochek” fue mi manera de expresar una crítica acerca de la hipocresía europea, el nazismo, la falsa democracia, etc… Yo vivo en Viena y aquí la palabra tschusch es un término coloquial y habitualmente peyorativo para referirse a las personas eslavas o del Sudeste europeo. Algo así como el nigger en inglés. Entonces, a los ojos de la “Europa democrática”, para los “europeos civilizados y de mente abierta” somos como niggers, o en alemán, tschuschen. Just Fly fue uno de mis discos más difíciles de hacer. Traté de grabar y producir lo que en ese momento tenía en mi corazón y al mismo tiempo lo que escuchaba en mi cabeza, y eso no siempre es el trabajo más fácil de hacer.
– Como compositor, ¿cómo hacés para equilibrar innovación y tradición?
– No pienso en eso cuando compongo. Sólo me siento y escribo una canción cuando estoy listo. Una vez que está terminada trato de entender qué es. Si remite a algo tradicional voy en esa dirección, pero si me conduce a otro lugar trato de engancharme por ese lado. Es fácil cuando sabés exactamente qué es lo que la canción te pide que hagas. La parte difícil es cuando no estás seguro y tenés que buscarlo, a veces esas aventuras pueden durar por siempre. Just Fly es un ejemplo perfecto, en ese disco estuve buscando ese “algo” que las canciones me estaban pidiendo desde hacía mucho tiempo.
– En los últimos años, grabar versiones en jazz de clásicos del rock y el pop se convirtió en una suerte de “nuevo standard” (de acuerdo al título del disco de Herbie Hancock de 1996 que inició esta tendencia). Pero nunca había escuchado algo parecido a lo que hiciste junto a Nataša Mirković en Soulmotion, sólo con voz y contrabajo. Esas canciones son prácticamente desconocidas para todos aquellos que no vivimos en la Yugoslavia de los ’70 y los ’80, pero al mismo tiempo tienen vida propia. Para mí funcionan de las dos maneras: pueden ser escuchadas como temas autónomos, y al mismo tiempo invitan a investigar y escuchar las versiones originales y descubrir un nuevo mundo de bandas y artistas como Zdravko Čolić, Azra o Bijelo Dugme.
– Siempre pasa lo mismo con el jazz de los últimos 60 años, probablemente. Cada vez que el jazz entra en crisis, lo cual sucede más o menos cada diez años, los músicos de jazz empiezan a grabar canciones pop con el objetivo de traer de vuelta a la gente a los clubs y disquerías. Bueno, estoy bromeando… casi… Mi idea con Soulmotion fue primero recuperar esas hermosas y casi olvidadas canciones con las que creció la generación de nuestros padres y, segundo, poder finalmente producir un álbum de dúo con bajo y voz únicamente. Ese disco significó algo muy personal para nosotros, para nuestras almas (por eso el título Soulmotion). La pasamos realmente genial grabando, produciendo y de gira con esas canciones. Soy un enorme fan del formato dúo y pienso que es una de las disciplinas más importantes para un músico. Hice una gran cantidad de dúos en mi carrera y recientemente tuve una serie de conciertos en Viena titulados “El Arte del Dúo”, con algunos de mis músicos favoritos, como Martin Lubenov, Vladimir Karparov y muchos otros.
– ¿Cómo fue la respuesta de la audiencia ante esas propuestas? El público occidental ¿es receptivo a otro tipo de música balcánica que no entre dentro del cliché de las “fiestas gitanas”?
– Sí, la verdad que sí. Sabés, el público en realidad no es el culpable cuando algo anda mal en la escena musical. La gente escucha lo que uno le ofrece. Los oyentes europeos están muy bien educados, en mi opinión. Realmente saben cómo y qué escuchar, y reconocen los movimientos y tendencias importantes. Pero, como siempre, la gente de la industria musical hace mucha presión porque a ellos sólo les interesa una cosa: el dinero. Aunque eso pueda ser frustrante para ambos, músicos y audiencia, las modas nunca duran demasiado. Al final el público y el artista siempre se encuentran y así llegamos a un final feliz.
27/3/2014
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